Artículo de opinión de Carlos José Márquez
El año pasado, creo que fue por estas fechas, estuve en Murcia compartiendo mesa, mantel y tertulia con unos buenos amigos. La vistosidad y el lustre del público asistente en el sitio en el que comimos era de un nivel fetén, ya que era la época en la que las comidas navideñas de empresa se prodigan, contando con la asistencia de unas mozas y mozos, emperejilados los unos y pintadas como puertas las otras.
Fue precisamente en el ratico de la tertulia, gin tonic en ristre, que se nos acercó un muchacho, alto, delgado, vestido con sucias y ajadas ropas y muy educadamente nos pidió ayuda económica .
Yo que ya tengo unas cuantas horas de vuelo con estas situaciones le dije que dinero no le íbamos a dar, pero que si quería comer le hacía una pequeña compra para quitarle el hambre unos días. Pues dicho y hecho. Nos fuimos hacia un supermercado un par de calles mas allá y le hice una pequeña compra; pan de molde, fiambre, chocolate, zumos…en fin, lo que el muchacho quiso y que yo pagué muy a gusto.
En el trayecto hacia el supermercado se hizo inevitable el mantener una conversación con el fin de interesarme por la vida de este muchacho. Pues bien, resulta que David, como se llamaba este hombre, era de Cartagena y por causa de su toxicomanía se veía en la calle y pidiendo para poder comer.
Al preguntarle a David por qué se había venido a Murcia me dijo “Es que en Murcia se gana mas pidiendo que en Cartagena”.
Y aquí es cuando a mi se me viene la siguiente idea a la cabeza: ¿Acaso no deberíamos ir los cartageneros a Murcia a pedir lo que por derecho nos pertenece?
Y es que si tan ‘buen resultado’ le dio a este paisano el ir a pedir a Murcia para lo suyo, quizás si en vez de pedir en Cartagena que nos den la reapertura del Rosell, lo mismo si hacemos eso en Murcia, igual nos lo dan.
Claro está que no es lo mismo montarle al zampabollos y a su cohorte de prevaricadores inútiles el pollo en Murcia, que mintarlo en la puerta de la Asamblea Regional, un edificio vacío y sin nadie que escuche las peticiones de un pueblo indignado y estafado .
Le pedimos al amo desde el pueblo de al lado, cuando lo que hay que hacer es ir a la puerta de la casa del amo a pedir lo que es nuestro y se nos niega sistemáticamente incumpliendo la ley .
Si a David le dio resultado esta estrategia ¿Por qué no a nosotros?
Digo yo…