Artículo de opinión del doctor Juan Mariano Pérez Abad
Ahora que sabemos que la OMS ha cifrado la mortalidad de esta epidemia de COVID en un 0,6 % (menos que la gripe estacional de cada año) puede no parecer tan meritorio, pero al principio de la epidemia todo el mundo pensaba que este iba a ser el “Virus del Juicio Final”. Y fue entonces cuando, entre los sanitarios, surgieron muchos héroes a los que no les ha importado arriesgar (y hasta perder) su propia vida en las TRINCHERAS de la primera línea asistencial, luchando casi desarmados por la salud de todos nosotros. Médicos, enfermeras, auxiliares, celadores, limpiadoras, administrativos… y todos los que atendieron a aquellos primeros enfermos de COVID merecieron nuestra admiración y nuestro aplauso… Y lo tuvieron.
Pero no nos engañemos, el Sistema Sanitario es un aparato gigantesco, mucho más amplio que lo que puede verse directamente afectado por la Epidemia. Consultas, quirófanos, pruebas diagnósticas… todo quedó paralizado por el Estado de Alarma y una abrumadora mayoría de los sanitarios, en realidad y aunque quisiéramos ayudar, apenas teníamos trabajo.
Según se mire, para muchos trabajadores sanitarios de “la retaguardia”, aquella situación tampoco estuvo tan mal. La mayoría son empleados públicos, así que continuaron cobrando el mismo sueldo. Además, como el aplauso de las ocho y la admiración de los vecinos no hacía distinción del puesto concreto que ocuparamos, todos podíamos sentirnos alagados por igual.
Algunos aún tenían que atender pacientes, pero había dejado de ser presencial y ahora lo tenían que hacer a distancia. Su principal misión era ahora la de establecer “OTRA TRINCHERA” para evitar a toda costa que el paciente acudiera a las instalaciones sanitarias. Se trataba de hacerle la guerra al Virus evitando contagios, telexplorando, telediagnosticando y teleprescribiendo, sin tener que ver ni tocar a los pacientes, sino armados tan solo por un teléfono.
Para más de uno podría haber sido fácil acomodarse en esa “Nueva Normalidad” y, subconscientemente, verse impulsado a una credulidad ciega hacia todo lo que engrandezca la importancia de esta Epidemia como “emergencia sanitaria”. Podría haberle emborronado en la mente todos los datos objetivos sobre la reducción de su mortalidad, las dudas sobre la verosimilitud del diagnóstico de los nuevos contagiados y sobre las mejores cifras epidemiológicas en los países de nuestro entorno con menos medidas de confinamiento. Y así, por simpatía, muchos médicos y sanitarios podrían haberse sumado a esos “predicadores del pánico” orquestados por nuestro Gobierno. Al fin y al cabo, atrincherarse detrás de un teléfono y seguirle la corriente al Poder siempre es más fácil y políticamente correcto.
A más de uno se le ha ocurrido comparar estas segundas trincheras telefónicas de la guerra COVID con aquellas del genial y ya difunto humorista GILA y su guerra. Nada más lejos de estos “ocurrentes chistosos” que la intención de faltarle el respeto a unos formidables profesionales que no son quienes deciden cómo han de administrar su trabajo. El humor no tiene ánimo de ofender, pues aunque sea pícaro o mordaz, si une alegría e inteligencia, obliga a la comprensión e indulgencia de quienes se pudieran dar por aludidos. Y es que la comparación la pintan calva: Una guerra de mentirijillas, sin apenas muertos ya y cuya mortalidad global podría ser inferior a la de alguna Gripe anual, si le descontáramos las que fueron víctimas de ese enorme genocidio que pasará a la Historia con el nombre de el “Holocausto Senil Español” de los infelices años doble-20.
Trinchera Sanitaria de Gila para salvar a un montón de personas del contagio de una enfermedad poco letal, sacrificando para ello a cien veces más seres humanos, esos que no van a ser diagnosticados ni tratados a tiempo de muertes mucho más frecuentes, pero menos novedosas, más aburridas: cáncer, cardíacos, cerebrovasculares, incluso esas infecciones vulgares de toda la vida de los pulmones o la orina.
¡Quédate tranquilo en tu casa tomando Paracetamol en pastillas que, si mueres, te pondremos etiqueta de COVID y muerto a la moda habrás sido!