viernes, diciembre 13, 2024

“Otra pequeña-íntima- historia naval”

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Artículo de opinión de Carlos León Roch

Hoy, desde la privilegiada ventana cara a la mar, he visto zarpar a tres barcos mercantes pequeños, de unas 2000 o 3000 Tm. No ha habido movimiento de ninguno de guerra… 

Al despedir a esos barcos, desde la intimidad, con el saludo castrense y desearles buena singladura me ha venido a la memoria una vivencia de niño, de jovenzuelo… 

Crecía con la predisposición, casi la predestinación, de ser marino de guerra, submarinista, como mi amado padre. Un firme propósito que se acrecentó tras su temprana muerte … 

En el Colegio de Huérfanos de la Armada en Madrid ( el famoso CHA) “todos” mis compañeros ( bueno, la gran mayoría) eran preparados para la entrada en la ENM (Escuela Naval Militar). Yo también. 

Éramos minuciosamente preparados, entrenados y vigilados médicamente por varios especialistas, con ese objetivo prioritario. Y un inolvidable día, el oftalmólogo que me vio dijo: ¡tú no puedes ser militar porque tienes tres dioptrías de miopía”. Y se fue… 

Recuerdo mi desolación, caminando por aquellos fríos pasillos del ”cuartel” que una hora antes tanto amaba…Mis trece años caminando sólo, soñando con mi padre, llorando con ojos ya miopes para siempre, que nunca verían el miedo y el honor de Servir en Submarinos… 

Hoy, muchos años después, cuando he despedido a los barcos mercantes, he vuelto a sentirme huérfano y añorar el inconfundible olor salitroso de la mar… Y recordar. 

Porque entonces, tras el fiasco militar, quería ser marino, marino mercante, cuyos barcos también sienten el olor salitroso; también disfrutan de las noches de luna nueva en los alerones. Así se lo pedí a mis hermanos mayores, pero me disuadieron, describiéndome la dureza de sus vidas, su alejamiento familiar… 

Después de todo eso, con pocos años, no recuerdo  por qué elegí estudiar Medicina ( la Acción Social de la Armada pagó todos los gastos habidos y por haber..). Y el Maravilloso Colegio Mayor Jorge Juan fue mi “dorado” refugio que me acogió durante mi ”larga” carrera en la Complutense. 

Ya médico pude, inmediatamente, cumplir parcialmente mis “cuentas pendientes”. Primero como médico en el “Las Palmas de Gran Canarias”, un precioso barco de pasaje que navegaba de Barcelona a las Canarias, y donde pasé unos meses deliciosos… E inmediatamente, en enero como alférez médico (EC) a Marín, donde transcurrieron otros apasionantes meses entre amigos que aún conservo y cuido. Y cuatro años más, de teniente y capitán, navegando o sirviendo en Hospital. Siempre animado con el propósito de devolverle a la Armada una pequeña parte de lo recibido. Y ofrecerlo a mi padre ( Q E P D) 

“Casi” todo se ha cumplido. Vuelvo a otear por la ventana.  No zarpa ni atisbo de arribada ningún barco ahora. Ni de guerra ni mercante. 

Ahora, mi esperanza marinera está en ver botar el maravilloso submarino S80 Plus”, ¡ tan distinto a aquel “General Mola” de mi padre…! 

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