Día del Padre y de San José. Ha sido la primera vez en toda la historia que Valencia no ha podido quemar sus Fallas ni celebrar de la misma manera y como siempre ha sido, sus fiestas falleras que alegraban el alma a cualquiera.
Desperdiciado así, un envidiable clima de sol y rica gastronomía. Siendo la paella la comida estrella, que hacia llenar restaurantes y bares mientras se podía disfrutar de un ambiente fallero y alegre con la imagen divertida de fallas colosales y pequeñas, curiosas y atrevidas, polémicas y satíricas, tristes y surrealistas…
LA VIRGEN DELS DESAMPARTS (de los desamparados) no ha sido acompañada por esta vez, y no por falta de ganas, de alegre música valenciana, niños divertidos de ver con sus trajes tradicionales, hermosas damas con su peinado del sigo XVIII y falleros que no pudieron lucirse con sus enaguas, refajo o chaleco de época que nos recuerdan a vestuario teatral.
Esta vez la imagen que se mostraba de VALENCIA era APOTEÓTICA. Tan fuera de si misma…
Angustiosamente silenciosa. Vacía y sin luces que brillar por primera vez en toda nuestra historia tradicional. Esta vez Valencia parecía un pueblo fantasmal, lúgubre y chistosamente frío.
Tras la suspensión de las Fallas 2020, año de mala suerte para los que amamos en especial, las fiestas y celebraciones que tanto nos unen y divierten… El sector fallero no se dio por vencido y actuó desde sus casas por crear una iniciativa en redes sociales para unir todas las voces el 19 de marzo a las 23:00 horas para mostrar su agridulce sentimiento entre optimismo, emoción, nostalgia y gran pesar que les iba a acompañar con ayuda de velas, móviles y luces de colores en su anhelada Cremá.
Este va a ser el año más extraño, siniestro y desamparado de la historia valenciana.
Un cambio se aproxima, destrucción o regeneración.
Pero valencia, siendo el primer lugar en donde la muerte se presentaba disfrazada de virus aquí en ESPAÑA, nos hará recordar que es como ese ave fénix que resurge de entre sus cenizas y tiene la fuerza de voluntad para levantarse de entre lo que parecía la amenazante destrucción.
Valencia pudo demostrar que tiene la capacidad de volar más alto que las nubes. Es por eso que en la ciudad del fuego, se hizo oír y ver todo aquello que representa ese ardor que tanto caracteriza al ALEGRE VALENCIANO.
Por una vez en esta cuarentena, se dejaría de creer por unos momentos que nuestras casas fueran las cárceles y barrotes que nos aguarían el alma. La iluminación de nuestros corazones se encendió como lo haría una falla. Proyectando hacia adentro lo que se habría encendido hacia fuera. El himno valenciano fusionó el corazón de falleros y valencianos, e incluso españoles de otros rincones que se unían con más emoción y coraje que años anteriores.
Esta vez no había ninot que cremar. El protagonista de esa noche fue otro distinto.
Fue esa unidad que llenó de fuerza y camaraderia en todos los presentes que vivieron ese momento a las 23:00 de la noche entre velas y llantos que les llenaban de sueños y esperanzas. Momento de ser FUERTES y en especial VALIENTES.
Que con la ALEGRÍA se iluminen los corazones de todos los ESPAÑOLES desde VALENCIA.
VISCA VALENCIA Y ARRIBA ESPAÑA.