Los abusos sexuales se repitieron en varias ocasiones entre 2000 y 2004
Han tenido que pasar veinte años para que este hombre de con sus huesos en la cárcel. Veinte años. Queda claro que en este caso hay más culpable, al margen del individuo que cometió los delitos sexuales.
La Audiencia de Sevilla ha condenado a un varón a nueve años y tres meses de cárcel por un delito continuado de abusos sexuales perpetrado sobre una sobrina suya menor de edad entre los años 2000 y 2004. Hace ya veinte años.
La sentencia fue emitida el pasado 15 de diciembre. En ella se declara probado que dichos acontecimientos ocurrieron desde verano de 2000 hasta 2004. Por entonces, la víctima era menor de edad, ya que tenía siete años cuando comenzaron los abusos sexuales. Su agresor, Gabriel V.R….varón de 35 años que por aquellas fechas vivía en el mismo bloque de apartamentos, en el centro de Sevilla, que la víctima.
La menor, por aquella época, se movía con total libertad por el bloque de apartamentos, ya que se podía decir que era familiar. En 2001 se mudaron de vivienda, aunque seguían frecuentando las instalaciones mencionadas anteriormente ya que ahí seguía viviendo la abuela.
Pues bien, en ese periodo de tiempo, el agresor ‘invitaba’ a la menor a su apartamento y la obligaba a visionar vídeos, revistas y películas de contenido pornográfico. Al mismo tiempo, hacía que la menor lo masturbase y le practicase felaciones. Llegó incluso a penetrarla vaginal y analmente. Un aberración.
Para convencer a la menor, le dijo en varias ocasiones “que era normal que eso pasase entre tíos y sobrinos, y que no le dijese nada a sus padres porque se enfadarían con ella y la dejarían sola”.
Estos lamentables abusos se repitieron hasta en seis ocasiones y tanto la menor como sus padres han necesitado tratamiento psicológico, padeciendo la víctima estrés postraumático, que persiste hoy en día.
Hechos probados
Los alarmantes hechos mencionados anteriormente han quedado más que probados mediante la declaración de la víctima, alorada bajo la inmediación y contradicción inherentes al juicio oral y corroborada por otras testificales de familiares y las periciales de psicólogos, psicólogas forenses y psiquiatras forenses, abunda la resolución judicial.
Los hechos quedaron probados pese al tiempo transcurrido y la corta edad de la víctima porque ésta narró en el juicio las escenas mejor grabadas, vertiendo un testimonio desgarrador. Además, la víctima mostró un nerviosismo a la hora de contar los hechos más que creíble, al tiempo que no podía dejar de llorar. Es más, costó y bastante convencer a la joven para que acudiese a la sala de vistas y tardó mucho en tranquilizarse.
Además, las fechas en las que se produjeron los abusos según la víctima, coinciden con un cambio de actitud de la menor, bien probado por sus familiares que acudieron a testificar.
Dado el caso, la Sección Séptima de la Audiencia declara a Gabriel V.R. autor de un delito continuado de abusos sexuales, condenándole a nueve años y tres meses de prisión, cinco años de prohibición de acercarse o comunicarse con su sobrina, una indemnización de 60.000 euros en favor de la víctima y de 5.000 euros en favor de cada uno de sus padres.