Caso La Manada: Graves incidentes dentro y fuera del juzgado. Gritos contra la abogado de ‘la víctima’ de La Manada y Josele Sánchez, el acusado, en defensa de la mujer que pretende enviarle a prisión
Poco puedo decir sobre el desprestigio del oficio que ejerzo que ha alcanzado el grado máximo de pestilencia hasta el punto que la única carrera que, si Dios quiere, dentro de bastantes años no me gustaría que cursara mi hijo es la de periodismo. Y no se trata de que haya dejado de gustarme el trabajo de “contar aquello que ocurre y que otros no quieren que se sepa” (que es la definición magistral de periodismo que hizo el genial escritor George Orwell y que se estudia el primer día de clase en primero de periodismo en todas las universidades del mundo) sino que pocas profesionales han alcanzado tal grado de indignidad, lacayismo rastrero y supervivencia roedora como la que desgraciadamente (y porque no sé hacer otra cosa) sigo ejerciendo.
El pasado viernes se juzgaba en los Juzgados de Cartagena al siempre irreverente escritor y periodista Josele Sánchez por haber publicado dos artículos de opinión discrepando del discurso monocorde y obligatorio que todos los medios de comunicación impusieron como versión obligatoria de los hechos ocurridos en Los Sanfermines y que han venido a cambiar la historia legal de este país, unos hechos popularmente conocidos como los de “La víctima de La Manada”. Y en ambos artículos, el que entonces era mi jefe como director de La Tribuna de Cartagena (en la que yo ejercía la jefatura de la sección de deportes) se atrevía a publicar lo que muchos pensaban pero que nadie se atrevía a expresar en público temiendo las consecuencias: ¡y vaya si hubieron consecuencias!, una nueva Ley, la discriminación penal del varón respecto a la mujer, la presunción de culpabilidad del hombre ante cualquier denuncia femenina (desde entonces ya no es la denunciante quien tiene que demostrar que su acusación sino el varón quien debe demostrar –¿y cómo hacerlo?- su inocencia) y la implantación a pico y pala de la “Ideología de Género” con todo tipo de aberraciones contra el derecho natural, contra la verdad biológica, contra la ciencia y contra el propio sentido común tan poco común entre los neocomunistas que nos gobiernan.
Josele Sánchez no justificó en ningún momento a los integrantes de La Manada: en ambos artículos dijo de ellos “impresentables machitos, mascachapas, gilipollas, poco hombres” e incluso los calificó de “bastardos”.” Lo que defendió (¡y, qué narices! estaba en todo su derecho de opinar lo que le viniera en gana en un país donde se supone que la libertad de expresión, la libertad de opinión, la libertad de prensa y el libre ejercicio del periodismo están garantizados constitucionalmente) es que no hubo “no es no”, que “la víctima” tuvo relaciones sexuales consentidas, que el sexo mantenido entre esta chica, para la eternidad conocida ya como “la víctima” y aquellos cinco “bastardos” (utilizando el adjetivo que el propio periodista eligió para calificar a los cinco actores masculinos de aquella orgía grabada en vídeo) fue un acto carnal deseado por los seis participantes en tan poco edificante acontecimiento sexual.
El juez prohíbe a la prensa presenciar el juicio contra el periodista Josele Sánchez
El pasado viernes -decía anteriormente- se juzgaba a Josele Sánchez y por haber opinado (también por haber revelado los datos de la “la víctima”) se le piden más años de cárcel que a muchos de los delincuentes sexuales a los que ahora ha rebajado la pena La Marquesa de Galapagar a la sazón ministro de Igualdad y autora ¿intelectual? de la tristemente recién aprobada “Ley del sólo sí es sí”. Al periodista que se atrevió a desafiar la unanimidad informativa y la sumisa obediencia al “pensamiento único” le piden (porque hasta en eso son burros mis compañeros de oficio y ni siquiera ninguno ha sido capaz de computar la pena económica en días de prisión tal y como figura en los escritos de la acusación particular y de la Fiscalía) se le piden casi once años de prisión, en un juicio que debía haber sido absolutamente mediático pues está en juego el derecho de los periodistas a informar sin ser acusados de revelación de secretos (porque de eso va el periodismo, de revelar secretos, lo decía al principio de este artículo citando la definición de periodismo de George Orwell “contar aquello que ocurre y que otros no quieren que se sepa”) sólo atrajo la atención de un reportero gráfico y de quien suscribe este artículo que llevaba ya semanas informando sobre la atrocidad que se juzga ya que, si en lugar de tratarse del periodista “fascista” Josele Sánchez hubiese sido cualquiera de los redactores y contertulios adeptos al sistema habría levantado en pie de guerra a todas las asociaciones de prensa de España y a todos los grandes medios de comunicación.
Quiero expresar, primero, mi incomprensión ante la decisión del juez de que sólo pudiésemos entrar a tomar fotografías y de que la vista se celebrara a puerta cerrada: ¿a quién pretenden proteger si “la víctima” declaraba por videoconferencia sin mostrar su rostro y si ni quiera en la cusa figura con su identidad sino con sus siglas?
Graves incidentes dentro de los juzgados: extorsión violenta y gritos a la abogado de “la víctima” de La Manada
Antes de iniciarse el juicio hubo un grave incidente que ningún medio ha contado sencillamente porque allí no había más medio que cuartaedicion.com. a las puertas de la sala del Juzgado Penal número 2, la abogado de la acusación particular fue increpada de manera airada por un individuo que mostraba imágenes de “la víctima” haciendo una felación; tuvo que intervenir la guardia civil y el individuo (a quien este periódico pudo identificar –por cumplir con nuestra obligación y estar físicamente donde ocurría la noticia- como un tal Íñigo, ¡desplazado a propósito desde Gran Canarias! y que, por lo visto, ya había abordado en anteriores ocasiones, de manera similar, a la letrado Teresa Hermida Correa) fue expulsado del edificio de los Juzgados de Cartagena.
Pues bien, al finalizar el juicio ¡que duró más de tres horas! el tal Íñigo seguía esperando a las puertas del Palacio de Justicia de Cartagena a la letrado representante de “la víctima”. La abogado de la acusación particular solicitó la protección de los agentes de la Guardia Civil que custodian la entrada de los juzgados pero estos le dijeron que no podían abandonar su servicio y que si necesitaba protección en la calle la solicitara a la Policía Nacional.
Josele Sánchez escolta y defiende a la abogado de la acusación particular
Ya ven, algo que no relata ni conoce ninguno de los medios que se han hecho eco de la noticia -sencillamente porque tenían su crónica preparada antes de iniciarse el juicio y ni se molestaron en enviar a un reportero al lugar de los hechos- la letrado Teresa Hermida Correa fue escoltada y protegida a su salida de los juzgados por el propio acusado Josele Sánchez y su abogado, el penalista cartagenero Mario García Galindo.
Es decir, Josele Sánchez, o podríamos llamarle “el acusado defensor”, el mismo que durante tres largas horas había sido presentado ante la sala del Tribunal Penal número 2 de Cartagena como gran enemigo de la mujer, ejercía su “heteropatriarcal masculinidad” como el hombre que es y protegía a una mujer en apuros sin importarle que fuera la misma que probablemente le enviará más de diez años de su vida a prisión.
A mí no me sorprende en absoluto pues (además de su calidad periodística y literaria, que es conocida hasta por sus más declarados enemigos) he tenido la oportunidad de conocerle íntimamente durante dos años trabajando a sus órdenes por lo que doy fe de su calidad humana, de sus principios cristianos, de su ética periodística, de su moral personal y de sus valores, y hasta tengo el orgullo de que me obsequie con su amistad.
Este hecho debería ser conocido por la opinión pública pero sólo pude contárselo cuartaedicion.com porque el resto de grandes medios ni siquiera estaba donde se producía la noticia. De haber estado en los juzgados de Cartagena, de haber enviado el resto de medios a alguno de sus redactores a cubrir la información, tampoco creo que hubiesen publicado estos graves incidente porque le estropearía sus crónicas ¡previamente redactadas! y su intento manipulador de mostrar al periodista indomable como un “monstruo fascista y defensor de no sé qué heteropatriarcado”… sencillamente ni se molestaron en ir a cubrir la noticia: trabajan desde sus redacciones, redactan sus crónicas siguiendo los dictados de “sus amos” y aún tienen la desfachatez de sentirse orgullosos de ejercer una profesión que a mí, que intento practicar este oficio del periodismo tal y como lo entiende Josele Sánchez y como nos lo transmitía a todos los redactores de La Tribuna de Cartagena, me provocan tal grado de acidez estomacal que debo tomar un Primperán para evitar el vómito.
Sí, señoras y señores: el monstruo despreciable del periodismo, el “Rey de las Fake News”, el escritor maldito, fascista, machista, racista y hasta mediopensionista… Josele Sánchez es “el acusado de machismo y defensor de la mujer que le acusa”.