jueves, noviembre 21, 2024

Madrid. Una foto en el metro del Callao

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Un artículo de Eduardo López Pascual

Hace unos días, no más de una semana, aparecía en una página de Internet una foto de la entrada del metro Callao, en Madrid, que ha causado una especie de raro nerviosismo ante el atrevido reclamo de ver colocada una foto, en el frontispicio de su acceso, en el que se veía en una expresiva imagen de Felipe VI sobre el cartel que indicaba el nombre de la estación: Callao.

Con lo cual, todos o casi todos, leíamos un mensaje subliminal pero muy evidente, de un rey con el calificativo grave, oneroso sin duda, de “Callao”. Para mi, y pienso que también para un gran número de españoles, esa foto, dice mucho más que la simple exhibición de una imagen del rey; nos comunica de manera clara y abierta, la actitud obligada o no, por esta estructura democrática que tenemos, de su ineficaz y nula autoridad de la que goza, para intentar, cuando menos, denunciar públicamente -desde su supuesta “auctoritas”-, la triste y peligrosa deriva que sufre la nación española ante el descarado, persistente, y demoledor ataque de la ultraizquierda asentada en el poder político, a la realidad nacional, a su integridad y hasta el concepto de país con quinientos años de historia.

Para nosotros, o al menos para mí, esa foto, revela de modo taxativo, que Felipe VI o cualquier miembro sucesorio, no es válido para defender ni siquiera la Constitución del 78, que mal que bien,
venía aguantando los embates montaraces de la extrema izquierda empeñada en destruir, así como suena, nuestra patria. O sea, dicho con todas las consecuencias, la monarquía tal como la vemos, no
cumple ni puede servir a la unidad de España, embozada como está, por la propia Ley fundamental, que le exime de toda intervención
política, aunque, eso sí, le resguarda de posibles defenestraciones.

Cuando además oímos loas en pro de una democrática imparcialidad, nos reforzamos en nuestra interpretación sobre la monarquía, a la que consideramos, -parafraseando aquellas palabras joseantonianas-, no como gloriosa, sino como una entidad tristemente fenecida. No se puede ser imparcial, neutral, cuando se ofende a Dios o a la patria; y al observar el silencio de este Rey, cuando advertimos su total incapacidad para enderezar los entuertos del separatismo, hoy catalán, y mañana quién sabe, reafirmarnos en la idea de un Rey Callao, mudo, afasio, no fuera a ser que recibiera un recado avisándole de perder su inservible pero dorado trono en España.

Yo no me considero anti monárquico, me siento republicano, aunque por supuesto nada que ver con aquella nefasta II República, por eso no me verán en el monte, sino procurando desde la mejor convivencia, retirar esa foto de Callao.

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