sábado, julio 27, 2024

Glosando a Irene Montero

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Un artículo de Pepe Aguado

En ese cajón de sastre, llamado Internet, donde hay revuelto de todo, puedes encontrarte cosas sorprendentes, asombrosas, hilarantes, terroríficas, entusiasmantes y hasta gilipollescas. Allí precisamente, he encontrado una serie de comentarios, hechos por nuestra ínclita Excmª. Srª. Dª. Irene Montero, Ministra de Igualdad.

Después de leerlos con la máxima atención, no puedo evitar dedicarle unos minutos de mi tiempo, para exponer mi opinión en estos breves comentarios.

Parece que a algunos señores les molesta que una cajera de supermercado, hija de un mozo de mudanza y una maestra de escuela, pueda ser ministra.

Una frase que suelo repetir con frecuencia es que “hay gente pa to”, por lo que cabe pensar que alguien, dotado de unos impresionantes excedentes de estupidez, piense así. No soy yo de los que se sienten molestos por el origen humilde de una persona encumbrada, sino que, por el contrario, le tributo toda mi simpatía.

Mi idea se basa en que la valía de una persona no debe medirse por el nivel alcanzado en la sociedad, sino por el aprovechamiento que hace de sus facultades, por la diferencia existente entre su origen y el máximo nivel alcanzado, siempre que los medios hayan sido honestos.

Fui cajera en el Saturn de San Sebastián de los Reyes. Trabajando, con el apoyo de mis padres y con becas por tener buenas notas estudié Psicología y acabé con más de un 9 de media. Parece que a algunos señores les molesta que una cajera de supermercado, hija de un mozo de mudanza y una maestra de escuela, pueda ser ministra.

Ser cajera es ejercer un oficio tan digno como cualquier otro. Los oficios no son indignos. La indignidad la aportan las personas que los ejercen indignamente. Quede bien claro que, al hablar de indignidad, no hago ni la mínima referencia a tu persona, pues, aunque se dicen por ahí cosas que te cubren no de gloria precisamente, no creo en ellas, porque estoy seguro de que se deben al discurso de odio de la derecha, la ultraderecha, el Franquismo y hasta D. Pelayo. En boca cerrada no entran moscas y, además, si cayese en esa tentación, estaría inmerso en el abominable grupo de infladores de bulos y por ahí no paso.

Hice un máster en psicología de la educación. Tuve 9 matrículas de honor de 15 posibles y 9,5 en el trabajo de fin de máster. Gracias a eso gané compitiendo en una convocatoria pública mi contrato de investigación FPU para hacer la tesis doctoral.

Nos expones tu currículum académico, que te posiciona como una de las mentes más preclaras de España. Podemos sospechar, incluso, que como la persona más inteligente. ¡Enhorabuena!

Me haces recordar que yo podía tener también un título de licenciado en Psicología. Me lo ofrecieron en Ecuador y yo, ingenuamente, dije inmediatamente que no, porque tenía muy claro que era algo parecido a una vergonzosa simonía. Después me arrepentí, ya que, si le hubiese dado carrete al que me lo propuso, me hubiese enterado del modo de conseguirlo y del precio.

Ahora, veamos tu actividad política. No puedo comprender que tú, brillante como ninguna en el estudio de la mente humana, no des pie con bola, cuando deberías poner en práctica en el ámbito profesional tus impresionantes conocimientos académicos. Nos has demostrado que, en la teoría, eres genial; pero en la práctica, me pareces pésima como psicóloga.

Permíteme que, con todo el cariño que te mereces de parte del populacho español (evidentemente, somos populacho, pues un pueblo digno jamás tendría una ministra como tú) te diga que por donde te mueves no van bien las cosas. Cuando un diputado te plantea una pregunta, deberías ceñirte a ella y no salir por los cerros de Úbeda. Si te hablan de un tema, cualquiera que éste sea, respondes que Franco, la dictadura, los franquistas, el machismo, el patriarcado, los fachas, la extrema derecha, VOX, su discurso de odio y muchos sinsentidos más. No te aseguro, ni mucho menos, que hagas el ridículo; pero, recurriendo a mi derecho constitucional a opinar, te digo que me parece, sospecho, conjeturo, barrunto y me da en la nariz que sí.

Me concedieron una estancia en Harvard que no pude disfrutar porque renuncié a mi contrato ya que me resultaba incompatible con mis responsabilidades en Podemos.

¡Ay, picarona! ¡Ahí le has dado de lleno en el punto clave! ¡Con cuánta sensatez tomaste la decisión! ¿En qué se va a comparar la insignificancia de un título de Harvard con un puestecillo en Podemos que, bien aprovechado, puede catapultarte a un ministerio? Además, un doctorado por Harvard necesita un trabajo agotador e intensivo, mientras que los requisitos para llegar a ministra con Podemos son muchísimo más fáciles, como sabes tú mejor que nadie.

¿Y saben qué? De esas experiencias laborales la que quizá me ayuda más para ser ministra es la de cajera. Me ayuda a no olvidar de dónde vengo y la situación de las mujeres a las que represento.

Genial, tu descubrimiento de que la experiencia de ser cajera ayuda más para ser ministra. Sinceramente, no lo sabía. Que todas las cajeras de España tomen nota y aprovechen la ocasión.

Alabo tu deseo de no olvidar de dónde vienes. Nosotros, con todos los estragos que estás haciendo, tampoco olvidamos dónde estás.

En cuanto a las féminas que representas, deberías pensar que la inmensa mayoría de las mujeres españolas están deseando que desaparezcas.

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