Artículo de opinión de Carlos José Márquez
Qué tiempos aquellos, en los que los españoles salíamos a la calle a protestar para reclamar algo tan subjetivo como es la libertad, ya que la libertad la disfruta el que la administra y no el que la reclama.
Y andando en el tiempo, este país de listos, listillos, jetas y ladrones consumados, llegó esa tan cacareada y ansiada libertad para todos, para trabajadores, para políticos, para sindicalistas y para la madre que parió al mas listo y al mas tonto.
Pasaron los años, en esta partitocracia de vividores apesebrados, de ilustres mangantes y por si eran pocos los que chupaban de la hucha del inagotable para ellos erario público, surgió la figura del liberado.
¿Liberado? Sí, claro, existen varios tipos de liberado, funcionario liberado, concejal liberado, liberado sindical…
En fin, para entendernos entre nosotros, liberado es una nueva forma de decir “me toco los cojones cobrando por la jeta de forma oficial y quedo como Dios“.
Que exista un liberado sindical, hasta cierto punto lo entiendo. Eso ocurre cuando un trabajador de una gran empresa desempeña labores sindicales que repercuten en una merma del desempeño de su trabajo y por eso se le permite una dedicación exclusiva a las tareas sindicales, para así poder velar mejor por los intereses de los trabajadores. Pero, ¿concejal liberado?…¿Qué es eso?
Por si éramos pocos parió la abuela. Un concejal liberado es aquel que no ejerce labores de gobierno, pero cobra.
Como dijo aquel, la tierra es para el que la trabaja, y el que no trabaje, pues que no cobre.
Si ya trabajando poco como trabajan cobran demasiado, imagínate sin trabajar como de rentable les sale el asunto a estos jetas, gandules y golfos que viven de la teta del contribuyente, dándose la gran vidorra sobre el lomo de la ciudadanía.
Liberados se hacen llamar…y nosotros sus esclavos.
