Artículo de opinión de Carlos León Roch
Todo el mundo huye de utilizar la palabra… ”secesión” porque les viene a la memoria la Historia y todas las películas americanas en las que se muestran los dramas personales y colectivos que produjo la llamada Guerra de Secesión Americana, en la que una serie de Estados, encabezados por Carolina del Sur se rebelaron contra la Ley Federal, proclamando su secesión. Naturalmente, esa declaración produjo la reacción de los “Estados Unidos”, Con una cruel y sangrienta guerra civil que acabó con las pretensiones separatistas…
La actitud del principal teórico del separatismo gringo fue el señor Calhoun, ahora “resucitado” como, modelo del secesionismo catalán, quien, al ignorar la Ley fue inductor de aquella tragedia.
Y no, aquella guerra americana no fue hecha por la “independencia” de los derrotados Estados sureños, esclavistas, sino para la secesión, la separación de la unidad nacional representada por los EEUU, ”nación indivisible”… Nación indivisible que, como tal, defendió su indivisibilidad a ultranza, hasta recobrarla por las armas. Porque la independencia de los EEUU la alcanzaron al liberarse de ser colonias británicas. Y nunca fueron reconocidos (ni mencionados) como ”independentistas”, ni como “soberanistas” porque todos eran conscientes que la soberanía y la independencia estaba en la Nación, una e Indivisible ; y que su desaforado propósito, movido por intereses insolidarios y egoístas solo pretendía “separarse”, “segregarse” para seguir disfrutando de privilegios consentidos.
Solo se es independentista cuando se es una colonia de un Estado independiente y distinto; y no cuando se forma parte, durante siglo, en igualdad de un Estado independiente y soberano,,. Y esto es válido, incluso en el joven Estado useño, con apenas un siglo de independencia…y
Los Estados de la Unión no consintieron las proposiciones separatistas, lo que condujo a una feroz guerra, con más de 600.000 muertos.
Tras la decisiva batalla de Five Forks, el famoso general confederado Lee, entregó su sable al vencedor, general Gram , el cual, generosa y caballerescamente se lo devolvió. (Lo Cortés no quita lo Pizarro, como decía un llorado camarada).
Y la unidad se salvó.