Artículo de opinión de Carlos León Roch
En aquel 27 de junio, hace justamente 75 años, aún se tenía en la memoria que Franco había navegado con él, con el submarino C4 un mes antes, en un homenaje al dramático hundimiento del Castillo de Olite, en su triste récor de 1500 fallecidos, el día más luctuoso de toda la Guerra Civil.
Eran unas maniobras de la Armada, en la que participaban los destructores Churruca, Alcalá Galiano y Lepanto; y los submarinos C2; General Sanjuirjo y C4. Todos zarparon de puerto de Soller a primera hora …
A las 12.50h el submarino General Sanjurjo vio cómo efectuaba inmersión el C-4 …Fue la última vez que alguien lo vio. Sí, hace 75 años.
Y es que en aquellas maniobras, con buques sin los medios de detección actuales, al emerger el C4, la proa del destructor Lepanto le arrancó de cuajo el cañón, mientras el pantoque del buque destrozó la torreta … Se hundió en unos segundos, con sus 44 tripulantes, la mayoría cartageneros, al mando del CC Francisco Reina Carvajal. Solo emergió una silla de madera, de la cámara de oficiales…
Todavía hoy- supongo- continúa, en la Base de Submarinos de Cartagena, en lugar preferente, un marco confeccionado con aquella silla, con la fotografía de toda la dotación perdida…
Los restos del C4, 75 años después, permanecen ahí, a 13millas del “Morro de la Vaca ( norte de Soller) a 300 metros de profundidad…Sí, ”sólo” a 300 metros…
En 1946 no se disponían de medios técnicos ni humanos para descender a 300 metros… Hoy, el famoso buque oceanográfico “Ángeles Albariño” recuperó a ¡1100m. de profundidad! las miles de monedas de la fragata Mercedes, bajo la dirección de nuestro Director del Museo de Arqueología Subacuática Prf.Dr. Dr.Iván Negueruela. El mismo “Ángeles Albariño, que encontró a la desgraciada niña asesinada en Tenerife, a más de 500m. de profundidad…
Desde aquel mediodía en que los vigías del “Gral.Sanjurjo” vieron sumergirse al C4 , nadie, nunca, ha visto sus restos, que están- repetimos- a sólo 300 metros de profundidad.
Toda la gran familia de submarinistas de Cartagena sufrieron- sufrimos- esa tragedia. Ahora, los hijos, los nietos y los biznietos solo aspiran a “ver” el sepulcro marino donde reposan sus allegados.
Sabemos con exactitud (no como ocurre con las niñas de Tenerife) la localización del pecio, y su profundidad. También sabemos que para el “Ángeles Albariño”, y para los modernos artilugios submarinos, no constituye ninguna dificultad descender a esos 300 metros….
Y ”hacer una foto” , que se adjuntaría a la actual de la tripulación, en la madera de aquella silla recuperada….