jueves, abril 18, 2024

Censura y censurilla

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Artículo de opinión de Carlos José Márquez

Que cosas pasan en este mundo, y es que ya lo decía mi abuela.

Para ver cosas hay que estar vivo, me decía esta mujer que se murió con ciento y pico de años, y que se murió de puro vieja. No tenía la tensión alta. No tenia azúcar ni colesterol. Por no tener no tenía ni caspa.

Estos infames momentos por los que estamos pasando me hacen retrotraerme a aquellos años en los que había una censura oficial, sí… oficial que para eso el tío Paco puso a unos señores con sueldo y cargo, que no se escondían, que actuaban como tales, y que tenían la coherencia de ejercer como puros y duros censores, no como ahora, que nos ponen a agencias y empresas pagadas por este gobierno mentiroso y ramplón para supuestamente defender al pueblo de la mentira y de los bulos que se propagan en las redes sociales.

Esa censura, que tapaba escotes, que prohibió la película Gilda por considerar demasiado sensual la forma en la que la deslumbrante Rita Hayworth se quitaba un guante. Esa censura que prohibía insultar al dictador. Esa censura que cortaba cachos de películas porque salían besos demasiado largos. Esa censura que nos mostraba por televisión aquellos dos rombos para calificar las películas por su contenido. Esa censura que nos prohibía las películas de Buñuel. Esa censura que secuestraba libros …

Pues bien, esa censura se queda en censurilla comparada con la policía del pensamiento que hoy en día campa a sus anchas en el panorama periodístico, y si a nivel de redes sociales nos referimos, ya es para cortarse las venas.

Nos han impuesto una censura basándose en la defensa de una verdad, la suya, la que nos impide pensar y hablar libremente. Una censura trapacera, ignominiosa. Una censura con ideología propia que te pone una venda en los ojos y un tapón en la boca, que te bloquea en las redes sociales si hablas claro y sin pelos en la lengua.

Esa censura que pretende callar esa voz que no quieren escuchar pero que cada día clama mas alto la palabra ¡Libertad!

Censura y censurilla…la madre que los parió.

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