Artículo de opinión de Carlos José Márquez
Esta mañana, como casi todos los días, me he levantado, he desayunado y he consultado las noticias en internet.
Y, vaya hombre, me he llevado una grata sorpresa. José Javier Arizkuren Ruiz, alias ” Kantauri “, ha sufrido un infarto.
Este asesino sanguinario y rata cobarde actualmente reside en la cárcel de Campos del Río, en la Región de Murcia, alojado en un módulo especial junto a otros elementos de su misma calaña, sin juntarse con los presos comunes, ya que en el ambiente carcelario no está muy bien visto eso de ser un terrorista que pone bombas y asesina mediante el cobarde gesto del tiro en la nuca.
Y claro está, es que parece ser que sin una pistola en la mano , la hombría de estos miserables pistoleros de tres al cuarto desaparece.
Sinceramente, siempre he creído que no hay que alegrarse de las desgracias ajenas, pero en esta ocasión y haciendo valer mi condición de víctima del terrorismo, pues mira, así como que me ha alegrado el día el saber lo que a este sujeto despreciable le ha acontecido.
Tengamos en cuenta que ” Kantauri ” fue dirigente de ETA desde el año 1993 hasta el año 1999, esa época llamada ” los años de plomo “, en la que era raro poner el telediario y no escuchar que se había atentado en este o en aquel lugar de la geografía española.
Veinte asesinatos, al menos, demostrables tiene a sus espaldas esta escoria inmunda que tenemos hospedado en el centro penitenciario de Campos Del Rio. Veinte vidas destrozadas, veinte familias que no van a recuperar ni a sus seres queridos ni su vida normal. Veinte asesinatos que esta hiena carroñera, Kantauri siendo jefe supremo de ETA, ordenó llevar a cabo y que yo como víctima del terrorismo no puedo ni olvidar ni perdonar , pero que este gobierno de ratas traidoras se empeña en enterrar en el olvido.
La lástima es que esta rata cobarde no haya palmado, porque ahora, con el cuento del infarto y alegando motivos de salud, podrá obtener beneficios penitenciarios y quizás hasta lo excarcele. Pero bueno, a todos los que consideramos que esta chusma asesina estarían mejor bajo dos metros de tierra, nos queda la esperanza de que esto del infarto le vuelva a ocurrir y que en esa ocasión le pase más y mejor.
Yo ni olvido ni perdono.