viernes, octubre 4, 2024

Algunos errores de San Juan XXIII

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Un artículo de Ángel R. Boya Balet

Pongo la palabra errores para darle a San Juan XXIII el beneficio de la duda y no imputar a su voluntad deliberada las consecuencias de algunos de sus actos, pero la entrecomillo porque no es seguro que lo sean.

Angelo Roncalli nacido el 25-XI-1881 y fallecido el 3 de junio de 1963. Canonizado por Francisco I el 27-IV-2014, con ausencia expresa del preceptivo Milagro.

MASONERÍA Y COMUNISMO

En su juventud como sacerdote estuvo considerado como sospechoso de modernismo, entre otros motivos por su relación con su compañero de seminario Buonaiutti, autor del llamado “Programa de los modernistas”.

Cuando fue elevado al colegio de cardenales, él insistió en recibir el capelo cardenalicio del ateo, notorio anticlerical y socialista Vincent Auriol, Presidente de la República Francesa. Roncalli se arrodilló ante Auriol y éste colocó el birrete de cardenal sobre su cabeza.

En las actividades socioculturales de París fue visto con frecuencia socializando amistosamente con el embajador de la URSS, M Bogomolov, a pesar de que su Gobierno había reanudado la política de exterminio brutal de los católicos en esos países.

Roncalli era conocido como buen amigo y confidente de Edouard Herriot, secretario de los socialistas radicales y anticatólicos de Francia.

Roncalli, siendo delegado apostólico en Turquía fue iniciado en el primer grado de la Masonería en 1940 en Estambul. También allí obtuvo el 3º. Trasladado en 1945 a Paris con categoría de nuncio, recibió el cuarto grado y los siguientes en la superlogia Montesquieu, cuyo Gran Maestre era casualmente Vincent Auriol.

Una de sus primeras decisiones una vez convertido en Juan XXIII, fue boicotear la sanción que por deslealtad, Pío XII había impuesto al encargado de la Secretaría de Estado, Giovanni Battista Montini, desterrándole a Milán, al tiempo que le negaba el capelo cardenalicio, habitual en ese arzobispado, para evitar que pudiese llegar al pontificado. A los pocos días de ser elegido Papa, le nombraba cardenal.

El 18 de agosto de 1962 se firmaba en Metz un acuerdo entre El Vaticano y el Kremlin por el que éste último autorizaba la presencia de dos observadores de la Iglesia Ortodoxa rusa con la garantía de que del Concilio no surgiría una condena formal contra el comunismo. La Iglesia renunciaba así al ejercicio de su función magisterial.

EL CLERO ANTES DEL CONCILIO

El 5 de agosto de 1806 Simonini describía al abad Augustin Barruel el Plan de la masonería que uno de sus altos dignatarios le había confiado. El abad lo comunica de inmediato al Papa Pío VII, que le responde que cree en su autenticidad. Entre otras informaciones aparece que más de 800 miembros del clero regular y secular italiano, entre los que se encontraban cardenales y obispos pertenece a la Masonería. Ese grupo esperaba disponer en poco tiempo de un Papa que fuese uno de ellos. (Recuérdese el caso del Cardenal Rampolla, Secretario de Estado de León XIII, tras cuya muerte, el español Cardenal Merry del Val, Secretario de Estado de San Pío X reconoció que en los papeles de Rampolla estaban las pruebas de que era masón).

Simonini también indicaba que la situación en España era similar a la italiana.

Instrucciones secretas de 1819 del Supremo Gobierno de los Carbonarios italianos, la Alta Venta, recopiladas por J. Cretineau Joly indican que “…. una vez nuestra reputación establecida en los colegios y en los seminarios …. nuestras doctrinas llegarán a los jóvenes clérigos como al fondo de los conventos. En algunos años este joven clero …… por la fuerza de las cosas …… gobernará, administrará y juzgará…… formará el Consejo del Soberano Pontífice….”

El 1-IX-1910 en su Motu Proprio “Sacrorum Antistitum” Pío X afirmaba: ……….. “ …. creemos que ………………….. una perniciosísima banda de hombres, los modernistas, no han abandonado su propósito de turbar la paz de la Iglesia. …… no han cesado de buscar y obtener en una asociación secreta nuevos adeptos y de inocular con ellos, en las venas de la sociedad cristiana el veneno de sus opiniones ……………………….”.

En 1938 Monseñor Beaussart, Arzobispo coadjutor de París fue a llevar a Pio XI el dossier masónico del Episcopado Francés: 17 miembros del mismo entre Cardenales, Arzobispos y Obispos estaban inscritos en las logias. Posiblemente fueran más porque uno de los investigadores el señor Bouteloup fue asesinado en el curso de la investigación.

Por su parte De Lubac, fundador de “la nueva teología”, la expresión teológica de la herejía del modernismo, contra el que tanto habían luchado San Pío X y Pío XII reconoce en sus Memorias que “por una loable excepción, algunos maestros nuestros de entones, cuyas prohibiciones eran severas, permitían …… que siguiéramos el pensamiento del filósofo de Aix, (Maurice Blondel, inspirado en el modernismo e inspirador de la nueva teología).

La esencia del modernismo está en el subjetivismo, el inmanentismo y el relativismo, es decir la negación de la existencia de verdades y normas válidas para todo tiempo y lugar, la negación de la divinidad de Cristo, la creación por la mente humana de toda la realidad espiritual y la equiparación como medio de salvación de la Iglesia Católica con las demás iglesias, incluidas las politeístas.

¿Sorprende la coincidencia del enfoque del modernismo con la ideología de la masónica?

CONVOCATORIA DEL CONCILIO

Cuando Pío XI se planteó convocar una continuación al Vaticano I, interrumpido por la conquista de los Estados Vaticanos por el reino de Italia, pidió un informe sobre su oportunidad al Cardenal Billot y recibió como respuesta que “…. la reanudación del Concilio es deseada por los peores enemigos de la Iglesia, esto es, los modernistas ……. que ya se aprestan para hacer una nueva revolución, un nuevo 1789, objeto de sus sueños y sus esperanzas”.

Su sucesor, Pio XII creó inicialmente una Comisión para estudiar la conveniencia de la reanudación de ese Concilio, que comenzó sus trabajos el 15 de marzo de 1948. En febrero de 1949 Pío XII la amplió en forma de Comisión especial preparatoria. Del funcionamiento de esta comisión se apreció la existencia de dos planteamientos irreconciliables del posible Concilio. Frente a esta diversidad de opinión que hacía presagiar un desencuentro de los Padres Conciliares, Pío XII, decidió cancelar el proyecto como hizo su predecesor.

En vida de Pío XII, ya hubo predicciones de que Roncalli sería su sucesor y de que convocaría un Concilio, lo que recoge el Cardenal Suenens en sus memorias. Durante el cónclave en el que fue elegido Roncalli, y tras su elección, el 29-X-1958, en una visita que le hicieron los Cardenales Ruffini y Ottaviani, le recordaron la conveniencia de convocar un Concilio, como previamente Rufini se lo había propuesto a Pío XII.

Frente al prudente comportamiento de sus antecesores, el 25-I-1959, a escasos tres meses de ser elegido, en la Sala Capitular de la Abadía de San Pablo Extramuros, San Juan XXIII comunicaba su decisión de convocar un Concilio. La noticia dejó atónitos a la Curia Romana, al episcopado mundial y al mundo en general.

DISCURSO INAUGURAL

Juan XXIII “no quería definir nuevos dogmas ni solemnizar las condenas ya producidas sino dar un paso adelante para conseguir mejorar la calidad pastoral del magisterio”. ….. “En nuestro tiempo la Iglesia de Cristo prefiere emplear la medicina de la misericordia y no empuñar las armas de la severidad”. En Román paladino sugería ”atar a los perros con longaniza”.

De este modo como Papa renunciaba a la función de sancionar las doctrinas. Y esta renuncia ha sido seguida por sus sucesores y por la Jerarquía católica en general con la consecuencia de que se ha fraccionado hasta el infinito la Doctrina Católica. Se puede decir sin exagerar que hoy cada clérigo tiene una versión diferente de la Doctrina Católica y que se diferencian unas de otras por las herejías que difunden.

Esta carencia de unidad doctrinal ha estado en la base de la implantación de la ideología de género. ¿Cómo rechazarla si no hay unidad de medida, si no hay un modelo, si no hay una norma?

LAS HOMILÍAS

Como consecuencia de la supresión de verdades y normas (se ignora la Moral y el Dogma) desaparece por lo tanto también la noción de pecado (que responde a la existencia previa de una norma). Es decir se aplica hasta sus últimas consecuencias la herejía del modernismo en el que todo es subjetivo y variable en función de las personas y del tiempo. Quedando la pastoral reducida a un pringoso ejercicio de sensibilidad subjetiva. Literalmente se pide que los oyentes sean “buenos” ocultando que ser buenos consiste en cumplir los Diez Mandamientos de la Ley de Dios y los Cinco de nuestra Santa Madre: la Iglesia Católica Apostólica y Romana.

De modo que los fieles pueden pecar a sus anchas y pueden ir a misa cuando les apetece y entonces dejar sus aportaciones económicas, que es lo único que cuenta para el clero. Se puede afirmar que hoy la pastoral de la Iglesia Católica, con las inevitables excepciones, no difiere sustancialmente de la de un pastor protestante ni de la de un imán musulmán.

De la renuncia del clero a predicar El Evangelio (que está constituido por Normas y Dogmas), nos corresponde a los laicos dar un paso al frente y recordar el tradicional Magisterio de la Iglesia. Dejando reducido al clero a lo que son, unos meros funcionarios.

LA IDEOLOGÍA DE GÉNERO

Las consecuencias de la supresión de la censura doctrinal, decidida por San Juan XXIII, ha sido la masiva difusión de la ideología de género, una de las principales herramientas de las que se vale Satanás.

La ideología de género, financiada su difusión por las “actividades filantrópicas” de las multinacionales, tiene varias vertientes, todas ellas aberrantes, entre otras el fomento de la libertad sexual. Incluye también el de la homosexualidad, el aborto y la eutanasia.

Como demostró J.D. Unwin en Sex and Culture cuando una civilización implanta la libertad sexual, en tres generaciones desaparece esa cultura, es decir sus valores y la población se degrada no aspirando más que a bienes materiales y al individualismo extremo, una forma de animalizarse, lo que facilita su explotación económica.

Una de las manifestaciones de la libertad sexual es la inmoralidad en el vestir de algunas mujeres, fenómeno que se desarrolla gracias a la colaboración del clero católico con su elocuente silencio al emplear “la medicina de la misericordia” de San Juan XXIII, dado que “el que calla cuando debe hablar, aprueba”.

Sabido es que la mujer en general necesita sentirse atractiva para los varones, es decir atractiva sexualmente (véanse la multitud de anuncios televisivos cuya finalidad es facilitar ese deseo).

Una de las formas de sentirse atractiva es a través de la exhibición de partes de sus cuerpos en especial de las zonas próximas a las erógenas, sugiriéndolas, y de las mismas zonas erógenas, provocando por necesidad biológica la activación de la libido y la atracción hacia ellas de los varones sanos.

Algunos miembros del clero en su infinita desvergüenza afirman que el pecado está en base al porcentaje de superficie de zona erógena exhibida. Ignorando que el Sexto Mandamiento de la Ley de Dios impone “No cometer actos impuros”. Y acto impuro es todo fomento de la sexualidad fuera del ámbito para el que está prevista: la procreación dentro del matrimonio.

Este pasotismo del clero con el pecado llega al extremo de dar la comunión a mujeres que enseñan “claramente” las tetas. Claramente no significa “totalmente”. Les importa un bledo los dos sacrilegios que se cometen. Uno, el del cura que la da, el otro, el de la mujer al recibir la comunión en pecado mortal por la inmoralidad en el vestir.

Eso no obstante, hasta hoy, a pesar de la indiferencia del clero, la inmensa mayoría del “sexo débil” respeta las normas del pudor y mantienen debidamente ocultas sus zonas erógenas, pero en la convergencia de la ideología de género difundida masivamente por los medios de difusión financiados por la multinacionales y el consentimiento del clero que suministra “la medicina” propuesta por San Juan XXIII ya existe una minoría creciente de féminas que muestran al público cada vez zonas mayores de su cuerpo, en especial las próximas a sus zonas erógenas (tetas y vagina), o éstas mismas.

Debemos ser conscientes de que esa minoría de mujeres que exhibe sus zonas erógenas para “estar atractivas” está provocando el impulso sexual hacia ellas en los varones sanos, a la vez que los rechazan porque no permiten que todos los que las ven se aprovechen de lo que ven. Lo cual es una agresión en toda regla y por eso están definidas con esa maravillosa precisión del idioma español como “calientapollas”, porque sugieren que ofrecen, estimulan, pero no dan, lo que es frustrante.

Otra prueba del interés de algunas mujeres para atraer la atención de los varones es utilizar determinados tipo de tacones para hacer ruido y que los varones se fijen en ellas.

Como consecuencia de la renuncia del clero a predicar El Evangelio (que está constituido por Normas y Dogmas), nos corresponde a los laicos dar un paso al frente y recordar el tradicional Magisterio de la Iglesia. Dejando reducido al clero a lo que son, unos meros funcionarios.

EL CONCILIO

Cuando se comenta que ha sido después del Concilio cuando se ha producido la masiva apostasía de los fieles católicos, el clero responde que todos los documentos emitidos por el Concilio son conforme a la doctrina tradicional de la Iglesia Católica, lo cual es rigurosamente falso. Entre otros muchos datos que niegan lo anterior, el Concilio Vaticano II afirma que la Verdadera Iglesia de Cristo se realizará cuando se produzca la unidad de todas las iglesias existentes, lo que implica que la actual Iglesia Católica no es la verdadera Iglesia de Cristo.

Por otra parte todos aquellos teólogos mantenidos en entre dicho, como sospechosos de herejía: De Lubac, Danielou, Congar, Rahner etc.etc. pasaron a ser peritos oficiales del Concilio, lo que supone que sus teorías heréticas se han convertido en doctrina de la actual Iglesia Católica. La incorporación al Concilio de esos teólogos heréticos (y en algunos casos masones), por la propuesta o el visto bueno de San Juan XXIII y de Pablo VI, constituyó el triunfo final de la herejía del modernismo, contra la que habían luchado todos los Papas desde principios del siglo XIX.

PERSECUCIÓN AL PADRE PÍO

El Padre Pío de Pietrelcina, posteriormente San Pío, sufrió incomprensiones y calumnias por las que debió soportar humillantes inspecciones canónicas. Entre éstas estuvo la promovida por San Juan XXIII, considerada como la más dura persecución sufrida por El Padre Pío. En la documentación de la causa de beatificación de este Santo se observa la sustancial oposición de San Juan XXIII hacia él a pesar de su evidente santidad y su capacidad de reunir a una multitud de fieles en torno suyo.

SECRETO DE FATIMA

Recién nombrado Papa San Juan XXIII tuvo acceso al Tercer Secreto de Fátima del que Sor Lucía, que lo había redactado según las indicaciones de la Virgen, deseaba que se publicase antes de 1960. Tras leerlo, San Juan XXIII mandó archivarlo comentando que no hacía referencia a su pontificado, era el 17 de agosto de 1959. El 13 de septiembre de 1959 Italia era consagrada en Catania al Corazón Inmaculado de María ante unos 300.000 fieles llegados de toda Italia. En el radio mensaje que realizó en esa ocasión San Juan XXIII no hizo mención ni a Fátima ni a su Secreto a pesar de que en ese momento había llegado desde Portugal la Virgen de Fátima tras recorrer 150 ciudades italianas en un clima de extraordinario fervor.

Posteriormente el 26 de junio del 2000 por decisión del también santo, Juan Pablo II, se publicó un texto que decía reproducir el Tercer Secreto. Texto del que la inmensa mayoría de los expertos en Los Secretos de Fátima dicen que es un fraude y también sugieren que el verdadero Tercer Secreto (sin revelar todavía) trataría de la apostasía de la Alta Jerarquía de la Iglesia Católica.

EL OPTIMISMO DE SAN JUAN XXIII

En 1961 se había levantado el Muro de Berlín. En media Europa los católicos estaban perseguidos por el comunismo, del mismo modo que en la mayor parte de Asia. En Hispanoamérica (Cuba) se había instalado la primera colonia comunista. El resto del subcontinente corría ese mismo peligro, al igual que África. En el resto de Europa no sometida a Moscú, los partidos comunistas crecían de modo que parecía imparable. En octubre de 1962 con la “Crisis de los Misiles” el Planeta entero estuvo al borde de una guerra nuclear.

En 1961 se escribe el Informe Ilitchev del Partido Comunista Soviético en el que se describen las estrategias a seguir por el movimiento comunista para establecer una lucha eficaz contra la religión católica y difundir el ateísmo militante.

En agosto de 1962 en Metz había tenido el propio San Juan XXIII que hipotecar su libertad y la del Espíritu Santo.

En estas circunstancias y teniendo en cuenta lo expuesto en el apartado “el clero antes del Concilio” ¿Cómo interpretar ese famoso optimismo de San Juan XXIII con el que esperaba que el Concilio constituiría un nuevo Pentecostés y un crecimiento exponencial del número de fieles en la Iglesia Católica? ¿Correspondía ese optimismo a un ingenuo, a un idiota o a un malvado?

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