Artículo de opinión firmado por Amílcar Barca
Cuando era niño ( ¡hace mil años!), en las calles de nuestras ciudades y pueblos, entonces muy concurridas de peatones, siempre había algún vecino a quien se le atribuía –con o sinrazón- la condición de homosexual; y esa condición o sospecha, era una verdadera cruz para él, insultado, acosado, … apedreado en ocasiones. Constituye un infame recuerdo de la crueldad vecinal, aunque no pueda compararse con las lapidaciones y asesinatos de hoy, en algunos países.
Afortunadamente, la tolerancia social, la educación recibida y la legislación vigente hacen, casi increíble, esas verdaderas historias de antaño.
En la actualidad , la absoluta libertad del comportamiento sexual consentido entre adultos prevalece y es garantizada por las leyes. Todos tenemos en la normalidad de nuestros ámbitos de convivencia social, laboral, familiar o vecinal, personas incluidas en el término LGTBI, muchos de los cuales no ocultan ni disimulan su condición, sino que la exhiben y proclaman en fiestas y desfiles coloristas.
Estos días, en Cartagena, los lugares más emblemáticos –incluido el Ayuntamiento- lucen numerosas banderas del “arco iris”, símbolo del colectivo LGTBI, (aunque ahora creo que hay que añadirle alguna otra sigla).
Volviendo al principio… Sin duda en aquellos años, habrían más homosexuales, lesbianas, etc.. de las que se reconocían y eran ofendidas por las calles, pero da la sensación que el despliegue de banderas y de actos de ahora está justificado por el gran número de personas pertenecientes a ese colectivo.
¿Qué pasa con el resto de personas que no se incluyen en las siglas? ¿ qué pasa con los que están “en la norma” ( ahora denominados “hetero”)?.
¿Cuáles son ; donde están sus- mis- banderas?